lunes, 10 de noviembre de 2014

La función del editor en: libros, literatura y paratextos

Es importante destacar que el libro y la obra literaria son dos entes diferenciados puesto que la literatura es mucho más antigua, literatura oral anterior al Romancero o a las Glosas Silenses y Emilianenses, que el libro que comienza su andadura en el S. XV junto a la invención de la imprenta dado que antes eran textos manuscritos con escasos ejemplares.
La literatura tuvo su momento de máximo auge en el S. XVIII  en el que el término englobaba a la totalidad de los escritos, salvo los religiosos; hoy en día la literatura se refiere a un conjunto de textos con ciertas características estéticas y formales similares. Me parece relevante recordar esta idea porque es algo que el común de la gente desconoce y por tanto, es una idea que los editores deben tener en cuenta a la hora de elaborar y realizar la infinidad de tareas intermedias entre el manuscrito que les entrega el escritor y el producto final que le llega al público.
 La obra literaria tiene un responsable que es el autor; mientras que,  en el libro hay dos responsables el autor y el editor. La figura del editor es muy importante a la hora de componer un libro, sobretodo en la actualidad, porque es el que se encarga de preparar y arreglar la obra para que llegue al gran público en las mejores condiciones; en el ámbito anglófono, el editor es mucho más ya que conocen a la perfección los gustos del público y se pueden considerar casi coautores de la novela, en cierta medida.
 En la actualidad, la figura del editor tiende a desaparecer porque puedes publicar por tu cuenta en plataformas digitales de Internet como Amazon aunque, es cierto, que el lector lee con más gusto y más seguridad, sobretodo, un texto editado y revisado que un texto que puede encontrar de manera online en cualquier página de Internet.
Por otro lado, es necesario señalar que la función del editor varía según los distintos tipos de ediciones, se suele hablar de cuatro fundamentalmente.
Faximilar: Se entiende por la reproducción exacta de la edición original. En este caso, el editor se afana en reproducir fielmente la obra original copiando los tipos de letra, errores ortográficos e incluso la ortotipografía.
 Paleográfica: Se trata de la reproducción de un manuscrito original en la que el editor debe llevar a cabo una función muy similar a la que realizase en una edición faximilar.
Anotada: Hay que señalar que no todas son críticas, aunque todas las críticas son anotadas, y en ella se incluyen solo las notas imprescindibles de un texto. El criterio que debe seguir el editor es el de que el lector contemporáneo pueda enfrentarse al texto en las mismas condiciones en que lo haría un lector de la época en que se creó el mismo. Normalmente, el editor en este tipo de ediciones adapta la ortografía de la época a la contemporánea en la medida en la que pueda.
Crítica: Es una edición anotada con notas sobre los usos lingüísticas, a veces, sociales, religiosos de la época en la que la obra se fechó para que el lector contemporáneo pueda interpretarla sin problemas tal y como lo harían en la época.
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Partes del libro en las que interviene el editor, normalmente:
 Cubierta y contracubierta. La cubierta está impresa en un material distinto y puede tener una sobrecubierta para protegerla. La cubierta y contracubierta son elementos publicitarios del libro. La contracubierta o solapa es también publicidad, aunque hoy en día los textos de la solapa suelen ir en la contracubierta.
Lo llamativo del libro es la portada y, a veces, es un factor decisivo a la hora de comprar un libro y sobre todo para personas a las que no les gusta especialmente leer. En la contraportada aparece un texto sin firma que debe dar datos para que el lector sepa si le va a gustar, destacando los aspectos interesantes. A veces, el libro lleva una faja en la que se indica algún dato publicitario.
En el lomo aparece el nombre del autor, el título y la editorial. Los libros sin lomo están mal editados porque no están bien publicitados y por tanto su olvido es mucho más propicio y fácil.
 En el interior del libro se dejan dos páginas de cortesía. En la tercera aparece la portadilla, título del libro, y en la quinta la portada. Si es una traducción, se indica el nombre del traductor. La sexta página, el reverso de la portada, tiene los títulos de crédito: título del original, diseño de la colección, ilustración, edición, copyright, ISBN y depósito legal. 

Al final puede tener un colofón, un cierre de libro, donde se dan datos en una página impar.  Además  
en los libros de tradición española el índice suele ir al final.



 Para más información relativa a esta cuestión  

 consultad: http://ocurrienfebrero.blogspot.com.es/2011/01/la-funcion-del-editor.html. 





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