Hay ciertos géneros literarios, resalto dos, que
además de tener cierta intención estética tienen una intención que trasciende
esta y la deja en último lugar puesto que
prima la política o ideológica; en concreto, me refiero a dos tipos de
literatura muy en boga en los siglos anteriores: la Novela de Tesis del S.
XIX y la Poesía Social del S. XX. La
primera de ellas tiene su germen en el avance social de la burguesía, esta se
afianza como una clase social con fuerza e identidad propias debido al gran
poder adquisitivo y económico que puede
de acaparar y controlar.
El período en el que surge con gran fuerza la
burguesía se puede situar cronológicamente en torno al denominado Sexenio
Democrático o Revolucionario que transcurre desde 1868 a 1874 en él además de
la consolidación de esta nueva clase social tan potente económicamente se
producen acontecimientos históricos de vital importancia para la posterior
historia de España, como la revolución de Septiembre que tuvo como resultado la
expulsión de la reina Isabel II, hija de Fernando VII, y concluyó con el inicio
de la Restauración Borbónica, período liberal bajo el mando de Alfonso XII.
Tras esta breve localización histórica, cabe decir
que durante el sexenio revolucionario se ha producido el auge de la burguesía y
con él la novela retoma un puesto en primera línea del panorama social y
literario de la época, este renacimiento de la novelística está
irremediablemente unido a la figura de Benito Pérez Galdós, representante de las
tendencias liberales frente a José María de Pereda que representa la postura
más conservadora; Pérez Galdós publica La
fontana de Oro (1875) tras esta novela de gran éxito salen a la luz Doña Perfecta (1876) o Gloria (1876) en las que trata de
combatir la España más tradicional mediante la defensa de la tolerancia
religiosa entre otras máximas; por otro lado, encontramos al escritor de la
montaña Pereda quien trata de defender y promulgar su ideología mucho más
retrógrada y anclada en el pasado que se basa en el conservadurismo de la
España más profunda en su caso representado en las simas, montes y sierras de
la tierruca cántabra.
La otra
corriente literaria marcada fuertemente por una ideología, generalmente, de
corte político tiene lugar en la época franquista (1939-1975), en esta época
las opiniones en contra del Régimen se manifiestan de manera muy sugerida en la
literatura y especialmente estas son vertidas en poemarios o en novelas por los
jóvenes estudiantes que piensan que la literatura debe reflejar una ideología
que no se veía, en la época, en ningún medio de comunicación ni público ni
privado, para ellos la literatura era una herramienta para decir lo que no se
debía o podía debido a la férrea ideología franquista, pero aun y así conseguían deslizar sutilmente
su propio pensamiento gracias a que este tipo de manifestaciones literarias
escapaban a la mente de los torpes censores de la época.
La poesía en los años 40 tiene dos ejes
fundamentales en las personas de: Gabriel Celaya y Blas de Otero, pertenecientes
a la primera generación, aunque en esa época la poesía oficial del régimen
sigue el modelo poético de Garcilaso, el cual no reflejaba la realidad ni las
preocupaciones sociales, en el que los poetas usan un lenguaje preciosista y
engolado para evadirse de la realidad circundante que los rodea; mientras que,
la poesía social consigue imponerse lentamente debido a la crítica a la
oficialidad y al nuevo lenguaje que usa: lenguaje de la calle como se refleja
en el poemario de Dámaso Alonso Hijos de
la ira en él expresa la rabia y el desasosiego social debido a ella.
La siguiente generación la de postguerra, década de
los 50, surge con las revueltas estudiantiles de 1956. Los poetas de esta
generación huyen de una poesía demasiado directa y planfetaria; sin embargo,
defienden la ironía y el simbolismo como sus señas de identidad.
Todos los poetas sociales usan sus libros para
cambiar la sociedad y atacar la
dictadura franquista: este rasgo lo tienen todos en común.
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